Los alimentos que pueden guardarse en la despensa son envases de leche (sin abrir), aceites, pan, productos secos como arroz o pasta y frutos secos, alimentos deshidratados o tubérculos.
Antes de introducirlos en la despensa, debemos asegurarnos de que el lugar destinado a ello es el apropiado. Para ello, comprobaremos que se trata de un espacio fresco y sin humedad, que debe lavarse con frecuencia, y que tiene la capacidad suficiente para almacenar los productos que necesitamos.
Debe prestarse entonces la siguiente atención:
- Al ser productos que no necesitan refrigeración, pueden situarse al final de todo el proceso de colocación de la compra.
- Rechazar latas o envases rotos o con abolladuras. Si el envase está dañado, no se puede garantizar ni la calidad ni la seguridad del contenido.
- Organizar la despensa en función del producto. Es importante agrupar los alimentos: pueden ponerse en la zona de más fácil acceso aquellos que más se usan (café, condimentos o salsas); otro grupo podría ser la pasta, la harina y el arroz, que se guardan en un lugar fresco y seco; los productos enlatados también pueden almacenarse juntos; envases cerrados de leche esterilizada necesitan un lugar sin luz; los aceites también deben resguardarse de la luz en su propio envase.
- Como pasa con la heladera, debe lavarse de forma periódica, revisando los alimentos que hayan podido estropearse.
- Los que van en bolsitas, como especias o sopas instantáneas, pueden ponerse en un mismo envase.
- Los alimentos, una vez abiertos, pueden guardarse en el mismo envase bien tapado o pueden ponerse en un recipiente con cierre hermético.
- No deben almacenarse los alimentos junto a los productos de limpieza.
- Debe tenerse en cuenta que muchos alimentos, una vez se ha abierto el envase (como en el caso de la leche), tienen que conservarse en la heladera.