A ciertas temperaturas, los microorganismos en los alimentos de alto riesgo pueden multiplicarse muy rápidamente a niveles dañinos, lo que aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos.
Al mantener los alimentos a bajas o altas temperaturas, podemos detener o ralentizar el crecimiento de estos peligrosos patógenos.
El rango de temperatura en el que los patógenos crecen más rápidamente se denomina "Zona de peligro de temperatura". Al trabajar con alimentos, es importante minimizar la cantidad de tiempo que los alimentos pasan en la zona de peligro de temperatura. El control de la temperatura es el método más eficaz para reducir el crecimiento de patógenos dañinos en los alimentos.
Hay cuatro zonas de temperatura de los alimentos que es importante conocer:
- 60 ° C y más se conoce como la zona de alimentos calientes. Como regla general, los alimentos siempre deben cocinarse a 74 ° C (o más), pero no deben bajar de 60 ° C cuando se exhiben o sirven.
- 0 ° C a 4 ° C es la zona de alimentos fríos y es la temperatura normal para la mayoría de los refrigeradores.
- Los alimentos congelados normalmente se mantienen a -18 ° C o menos.
- Esto significa que la zona de peligro de temperatura para los alimentos está entre 4 ° C y 60 ° C
Los alimentos de alto riesgo deben desecharse después de haber estado en la zona de peligro de temperatura durante dos horas. Este tiempo es acumulativo, lo que significa que es el tiempo total que los alimentos han pasado en la zona de peligro de temperatura.
Los alimentos siempre deben descongelarse, cocinarse, enfriarse, re-calentarse y servirse a las temperaturas correctas para minimizar la cantidad de tiempo que pasan en la Zona de Peligro de Temperatura.
Establecer métodos de control
El control inadecuado del tiempo y la temperatura es una de las principales causas de enfermedades transmitidas por los alimentos, razón por la cual los cursos de capacitación en seguridad alimentaria cubren este tema en detalle.
Los planes de seguridad alimentaria son de vital importancia para cualquier negocio de alimentos y ayudan a proteger a los consumidores de los riesgos de seguridad alimentaria, incluida la intoxicación alimentaria o las reacciones alérgicas.