La bacteria Listeria monocytogenes se encuentra en el medio ambiente y puede contaminar una amplia gama de alimentos.
Se asocia a productos refrigerados listos para consumir, embutidos cocidos, pescado ahumado u otros alimentos que no requieren calentamiento. La listeriosis es una infección que afecta sobre todo a individuos con un debilitado sistema inmunológico como son personas mayores, embarazadas y niños.
Una de las diferencias de la bacteria Listeria monocytogenes con el resto es que tiene una especial capacidad para multiplicarse a temperaturas de refrigeración, lo que obliga a prestar especial atención a estas condiciones. Además, en la mayoría de los casos, se transmite por alimentos que no es necesario calentar antes de consumir. Las verduras se pueden contaminar por la tierra o a través del estiércol usado como fertilizante; los animales pueden ser portadores de la bacteria y, por tanto, contaminar carnes y productos lácteos; y los alimentos procesados, como quesos frescos o carnes frías, pueden contaminarse después de su transformación.
Si bien no es una bacteria tan común como Salmonella o Escherichia coli, sí es una de las más “letales y adaptables que se encuentran en los alimentos”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además de aplicar los principios básicos de prevención (buena higiene, almacenamiento y cocción), que sirven para casi todas las bacterias, en el caso de L. monocytogenes deben considerarse otras acciones, como
- lavar frutas y verduras con abundante agua
- mantener carnes crudas, pescado y marisco separados de los alimentos cocinados y listos para consumir
- lavarse las manos, así como superficies y utensilios, después de manipular alimentos crudos
- no beber leche cruda sin pasteurizar