Cuando baja la temperatura, sentimos el frío a través de nuestra piel y como el cuerpo necesita mantenerse en equilibrio, busca formas de obtener energía para mantener su temperatura.
Por eso muchas personas sienten la necesidad de comer dulce, harinas y bebidas calientes durante el invierno, sin embargo debemos estar atentos, ya que estos no nos proporcionan los nutrientes que nuestro organismo necesita y además nos hace subir de peso.
Así como en verano nos dan ganas de comer alimentos fríos y ligeros, el invierno nos invita a preferir platos más calóricos, calientes y que nos proporcionen mayor sensación de saciedad. Lo que sucede es una respuesta fisiológica natural de nuestro organismo a las bajas temperaturas. El organismo (por el frío) gasta más calorías tratando de mantener la temperatura corporal alrededor de 37 grados; por eso se nos abre el apetito. Lo bueno es que sabemos que para saciar el hambre sin subir de peso y mantener el frío al margen, debemos consumir alimentos altos en fibra. La fibra no solo se encuentra en las frutas y verduras, también en los cereales, granos y frutos secos.
Las enfermedades respiratorias y las alergias están a la orden del día en esta temporada, por tanto no se puede descuidar la nutrición en especial las vitaminas y minerales. Durante el invierno también podemos encontrar una gran cantidad de fruta, abundan especialmente los cítricos que destacan por su gran aporte vitamínico, especialmente de vitamina C, tan necesaria para combatir el frío invernal.
Las vitaminas B y C tienen gran importancia sobre todo en esta época del año:
- La Vitamina C, ayuda a luchar contra las enfermedades respiratorias, ya que refuerza el sistema inmunológico y el organismo se vuelve más resistente a los virus: su consumo contribuye a la formación de barreras naturales contra los virus e infecciones. El kiwi, los cítricos y el perejil son importantes fuentes de esta vitamina.
- La Vitamina B también fortalece el sistema inmunológico, lo que hará que el cuerpo luche constante y fuertemente contra los virus y bacterias que ocasionan enfermedades y que se encuentran en el ambiente. La leche, las legumbres, la levadura, el hígado, las papas, la yema de huevo y la carne proveen esta vitamina.